DELGADA TORMENTA

Después del cataclismo la ausencia se apodera del recuerdo

La tormenta pasa y solo quedan desvalijamientos, reminiscencias

El templo se derrumba para levantarse de la muerte

La piel duele y la resaca tan pura exige una gota de agua

Y con ella llega la Cordura.

Solo soy un despojo de heridas infantiles

Atrapado en la conciencia, la edad y la Razòn.

Un poseedor de metafóricas figuras

al encuentro de una selva de alucinaciones.

Un bosque helado donde se refugia mi valiente héroe

Un paraíso de ternura donde también crece la manigua.

Femino autoritario que reclama dignidad al mundo

Infante rebelde y desadaptado

Maestro virgen castigando conciencias

Desorden, postergado al vicio de la piel, del tacto o de la carne…

De soslayo miro al mundo.

La luna me recuerda tu ombligo

Y esa imagen me persigue, se aparece impávida en el día

En la ventana de la biblioteca,

En el último atardecer que en soledad pretendí castigar

Sos una muralla infranqueable de ternura

un confuso mar de delirios

un laberintico pasaje a la eternidad.

Sos una diáfana y rebelde,

Te muestras ante el mundo con desprevenido acento

Y tus aromas se destilan entre los hombres.

!Hay de aquellos nobles que quieran disfrutar tu acento!

Sus reinos troyanos sucumbirán ante tu brisa fresca

Y al amanecer no comprenderán la borrasca.

Sos la disyuntiva ternura del que se quiere odiar

Pero su infausto intento trae mareas a tus pasos

Sos imán inconsciente, carne que levita entre calles desoladas

La porqueriza del tiempo

La situación incontrolable de la cotidianidad mundana

La somnolencia, la sombra del destierro y la palabra común

No te merecen

No te logran leer, nombrar, descifrar. Por ello el impávido inocente

Se soslaya ante tus montañas, y se va feliz.

Y eso te pone feliz.

Sigue castigando al mundo con tu mordaz ternura

Síguele hablando a esta existencia de mudos y sordos

Sigue alegrando sus pasos con tu sonrisa de leopardo

Con tu ombligo de luna,

Con tu cadenciosa gordura

Y tu alta estampa de bandera.

Sigue mujer, trayendo esos días de tormenta, sigue derrumbando árboles,

Iluminando los oscuros rincones de la biblioteca,

los adoquines solitarios del callejón del Chorro.

Continúa desbocando flores, exhalando bocanadas de colores y de hierba.

Continua bebiéndote la vida -personaje de cuento-

No te escapes de tu libro…

Que los hombres como yo

Con lo enfermos que estamos de poesía y amor

Seguiremos escribiendo tus andanzas.

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