CON TRIBU YENDO

Publicado en por Augusto Tyuasuza

CON TRIBU YENDO

La tendencia a relacionar partes para conformar un todo ha hecho de tribu un componente básico de complejos sociales del tipo nación. Allí aparecen la familia, el clan e, incluso, la horda y la banda. Cuestión de enfoques y de definición de vocablos. Pero más allá de la agregación de elementos para ser sumados, el ejercicio esencial debería ser el de diferenciar lo puramente gregario de lo realmente social.

En lo primero, se manifiesta la necesidad de agruparse, de ser y de tener compañía, así sea como simple mecanismo de protección o como manera de alcanzar más fácilmente objetivos comunes, lo que no supera la mera satisfacción de intereses individuales. En lo segundo, se supone que los individuos tienen propósitos comunes que los llevan a organizarse económica y políticamente, a compartir historia y territorio y a regirse por determinadas normas; se asume que estos propósitos están ligados a los conceptos de bienestar, desarrollo y progreso. Podría pensarse que el gregarismo es propio de las hordas, pero vale la pena preguntarse si en las sociedades “modernas” no asistimos a una especie de individualismo colectivo de similares características.

 

Respetando diferencias entre etapas y/o estadios, la pregunta es: ¿qué ha cambiado? El asunto se torna más espinoso cuando los conceptos de tribu o de clan se asimilan a formas primarias de evolución social que por “lógica” se clasifican dentro del atraso. De este modo, las comunidades originarias son primitivas o “salvajes” o, cuando más, muestran algunos signos de barbarie y muy pocos de civilización. ¿En qué basan algunos estudiosos tal mirada? Se nos ha querido acostumbrar a ver la historia como una línea de secuencias temporales y el progreso como una acumulación de conocimientos a cuyas capas superiores se accede escalón por escalón. En ese simplismo han sumergido y ahogado cosmogonías y cosmovisiones que, a pesar de ello, sostienen una memoria ancestral profundamente conectada al principio de origen de individuos y comunidades cuya dinámica cultural está fuertemente atada al respeto por sí mismo, por los demás y por natura. Nótese la expresión dinámica cultural para indicar que la esencia se transforma, se construye y cambia para mantenerse. En otras palabras: el desarrollo no es un fin, sino un medio para ser y mejorar, para alcanzar mayor consciencia de quién se es, porqué se está aquí y cuál es la tarea que se debe realizar. Este compromiso es tan individual como colectivo. Yo soy en la medida en que los demás también son, así que cada subjetividad se afirma y se cualifica en una necesaria interacción con otras (intersubjetividad) y no aislándose de los demás o tomando de ellos sólo lo que resulte útil (individualismo). La común-unidad es, de suyo, diversidad de pensamientos y de estilos que convergen para identificarse en las diferencias y reconocerse en las raíces compartidas, para recorrer distintos senderos y un mismo camino. Esa comunidad bien puede ser una familia, un clan, una tribu, un pueblo o una sociedad. Hasta aquí, un punto inicial.  

 

El difundido significado de habitante nativo de un territorio para referirse a indígena tiene un fuerte sabor a espacio geográfico, si así tomamos el término territorio. Pero si habitar lo asumimos como pertenecer y pertenecerse, la conexión entre individuos y territorio cobra una nueva dimensión: la de cuidarse mutuamente desde múltiples territorios, de los cuales el originario es el vientre materno que, como raíz, desarrolla tallos, florece y da frutos en otros, llámense cuerpo, familia, tribu, clan, nación o cosmos. Aquí no hay partes ni todo, no hay pasado fósil ni futuro incierto, no hay progreso lineal: sencillamente, se va siendo y dejando de ser para seguir siendo. Se va yendo y con-tribu-yendo.

 

¿Qué diferencias se establecen entre pueblos indígenas y pueblos tribales? A la luz del Convenio 169 de la OIT, los primeros descienden de poblaciones que habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y, cualquiera que sea su situación jurídica, conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas. Los segundos son aquellos cuyas condiciones sociales culturales y económicas les distinguen de otros sectores de la colectividad nacional y están regidos total o parcialmente por sus propias costumbres o tradiciones o por una legislación especial.

Observemos: descender de, desde una época determinada y usos y costumbres; tres características de las cuales la que da mayor peso significativo es la cultural. Conservar una cultura o asumir esa cultura, es la clave. ¿Cuántos pueblos indígenas existen en Colombia actualmente? La otra clave está en el mestizaje y en su grado de incidencia en la preservación o en la degradación de una cultura propia, cuya cosmovisión respeta o desconoce su principio de origen tras el contacto con otras culturas. Hoy puede haber más mestizos interesados en retornar a sus auténticas raíces indias que indígenas comprometidos con su origen. El pensamiento indiomestizo es la tercera clave.

Conquista, colonización y Estado, son los hitos que para la OIT marcan el momento de quiebre de los habitantes originarios de un territorio, con dos opciones: una expresa (han sobrevivido para conservar su cultura “o parte de ella”) y otra encubierta (no conservan su cultura; ésta se ha disuelto al contacto con las otras). Otra vez las partes y el todo. ¿Cuáles son los parámetros para determinar qué y cuánto de una cultura se mantiene o no? Si hay pueblos que, a pesar de la conquista o la colonia o la presencia estatal, preservan su cultura, se supone que ellos son los únicos que pueden denominarse indígenas. ¿Y los que de alguna manera han sido “contaminados”? Esta consideración es una invitación a repensar el purismo que algunos reclaman, cuando han estado en permanente contacto con “la cultura occidental” o con “los blancos”. La pregunta cambia: ¿Quién puede asegurar que no es mestizo? Si hay un real interés en sostener la memoria ancestral, no sólo hay que ir hasta las raíces del propio linaje; hay que tener el fundamento y la esencia propios de una auténtica conexión con el principio de origen de los pueblos. Se escucha aquí la voz de los abuelos. No basta hablar en lengua; se debe caminar la palabra. No basta llevar ropajes y atavíos; hay que ganárselos en el espíritu. No basta pregonar sabiduría; hay que ser sabedor. La esencia se forma, no es estática. Reconocerse en ella y desde ella es un ejercicio que trasciende rótulos o afanes de ser reconocidos por otros, séase indígena, tribal, mestizo o…  Cada quien sabe cuál es su compromiso, con quiénes y cómo debe hilar para tejer.

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